Al pingüino le habían regalado un arpón submarino y con él disparaba a cualquier pez que se ponía
por delante, así que todo el que vivía en los alrededores le temía. Un día llegó al territorio una ballena y el pingüino disparó su arpón, pero no se le clavó, y ella, enfadada, tiró del fusil y se llevó al pingüino mar dentro. ¡El pobre tardó días en regresar! Y lo peor fueron las burlas de los pececillos.
MORALEJA: No ataques a los pequeños...o algún mayor te castigará con razón
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