Érase una vez en invierno una niña llamada Chucki que se cayó de un trineo. Ese día estaba con su hermano y como la niña se había hecho mucho daño él empezó a llorar. Este niño se llamaba Paco. Paco fue corriendo a llamar a su madre porque su hermana le pidió ayuda pero a la vez le tiró una bola de nieve que en realidad estaba llena de barro. Paco, al llegar a donde estaba su madre, empezó a gritar con fuerza: -¡Mamááááá, me ha tirado una bola de nieve llena de barro!
La madre sin darle mucha
importancia, le dijo a Paco que volviese donde estaba su hermana para comprobar
que no se había hecho daño. Chucki se enfadó con su hermano por decírselo a su
madre y empezó a correr en dirección al bosque que se encontraba completamente
nevado.
En este bosque había un muñeco de
nieve diabólico que vivía allí felizmente en un iglú con su abuela que le reñía
mucho porque el muñeco le tiraba bolas de nieve continuamente. Cuando Chucki
vio al muñeco creyó que este era su alma gemela porque también le gustaba tirar
bolas de nieve pero el muñeco de nieve era muy feo porque la zanahoria de su
nariz estaba pocha.
Por eso, Chucki le dijo que era
demasiado feo como para ser su alma gemela. Cuando le dijo eso, el muñeco de
nieve se tiró un pedete que cubrió de escarcha toda la zona. La abuela del
muñeco que pasaba por allí resbaló con la escarcha y murió. Entonces Chucki
para no liarla más volvió a su casa para jugar con su hermano y su trineo.
Al llegar, su hermano y su madre
le preguntaron que dónde había estado. Chucki les contó lo sucedido y su madre
se enfadó porque pensó que era una inocentada ya que aquel día era 28 de
diciembre. De todas formas, Chucki se reconcilió con su hermano y todos
vivieron con frío pero con mucho cariño (menos el muñeco de nieve que echaba de
menos a su abuela)
¡Menuda inocentada
que te hemos hecho! Espero que te lo hayas creído y te hayas divertido.
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